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Conversaciones en torno al Covid-19 | parte 3
Hoy, en esta tercera entrega de “Conversaciones en torno al COVID” voy a darle voz a un empresario. En particular a uno de una de las industrias que más están “currando” estos días.
Os lo presento: Su nombre es José Luis y es el propietario y CEO de un proveedor de ingredientes para la industria de la alimentación.
Sigue bien de salud, y lo sabe con certeza porque estos días, él y el resto de sus empleados, tienen la obligación de tomarse la temperatura al entrar, al salir, y cada dos horas.
—Correcto Ximo —me dice—. Además de las obligaciones habituales de uso de EPIs en esta industria, que además ahora se han extremado, nos tomamos la temperatura cada dos horas, y ante cualquier anomalía detectada en un trabajador, no vuelve durante dos semanas.
—¿Lo envías a casa? —le pregunto.
—Si. A casa 15 días, para su tranquilidad y la nuestra —me contesta sin vacilar—. Su salud y la seguridad alimentaria están por encima de todo.
—¿Y has tenido muchos casos?
—Por fortuna sólo dos, y hemos podido cubrir sus bajas con una ETT sin más problema.
—José Luis, más allá del tema de las bajas laborales, ¿cómo estáis viviendo esta situación tan anómala?
—Pues está siendo una auténtica locura. Las primeras semanas de confinamiento trabajamos más que nunca. Nuestros clientes nos hacían pedidos como si se fuera a acabar el mundo. A un ritmo desenfrenado, derivado, sin duda, de la enorme demanda que se estaba generando en los supermercados.
—¿Y cómo estás ahora? —insisto.
—Pues más tranquilos Ximo. De hecho, esta semana estamos por debajo de lo que sería normal en una semana del mes de abril.
—La gente tendrá que comerse todo lo que ha comprado antes de volver a comprar, ¿no? —le digo.
—Eso digo yo —me contesta medio en broma.
—Por no hablar del papel higiénico… —y nos reímos.
—Hablando en serio Ximo, nosotros y algún otro sector de esos que ahora llaman “esenciales”, y que antes llamaban “refugio”, mejor o peor vamos a poder capear el temporal. Pero otros muchos lo van a pasar mal —y continúa. —Va a depender de cómo les haya pillado de tesorería y de su capacidad para acceder a las ayudas que el Gobierno ha puesto en marcha.
Guardo silencio. No quiero interrumpirle.
—Se va a volver a agitar el árbol —sentencia. —Creo que vamos a ver reestructuraciones de deuda bancaria, fondos de esos que compran compañías a punto de quebrar …
—Fondos de distress —le interrumpo.
—Eso —y continúa. —Compañías grandes comprando otras más pequeñas, …
—¿Tú crees? —sigo “picándole” porque me interesa mucho conocer su opinión al respecto.
—Seguro. Es ley de vida, los más pequeños somos carne de cañón para los más grandes. Lo importante es que nos consideren munición para su crecimiento cuando estamos bien, y no como carnaza de la que aprovecharse cuando vamos mal.
—Que buena visión —le digo.
—Es normal que los operadores grandes de cualquier industria quieran crecer comprando competidores pequeños, para coger cuota de mercado o para acceder a algún nicho en particular. Y los fondos de capital riesgo exactamente igual, es normal que quieran invertir en compañías atractivas. Y seguro que ahora, como te decía antes, se va a “mover el manzano”.
—¿No te preocupa? —vuelvo a preguntarle.
—No, en absoluto —responde rápido. —Los empresarios hemos de tener miedo a quedarnos parados sin saber ni cómo ni por dónde seguir. Pero en ningún caso debe darnos miedo el cambio. A lo mejor soy yo el que te llama para que me ayudes a comprar algún competidor pequeño, o para buscar un fondo que me acompañe a andar ese camino.
—Me encanta oírte hablar así.
—Siempre va a haber empresarios que por nada del mundo quieran que su empresa se venda, o que entre un nuevo socio. Pero créeme, cada vez serán menos —le dejo seguir hablando. —Los empresarios de hoy en día estamos más que acostumbrados a leer o a oír que fulanito ha vendido a menganito, o que el fondo tal ha invertido en la empresa pascual.
—¿Y lo veis con naturalidad?
—Pues claro Ximo. Es la prueba de que el empresario lo está haciendo bien en su empresa.
—100% de acuerdo contigo.
—Espero que desde Livingstone podáis ayudar a todo aquel que quiera contar con vuestros servicios, tanto a los que vayan a requerir apoyo en procesos de reestructuración bancaria o en negociaciones con fondos de distress, como a aquellos que vayan a salir reforzados de esta crisis y quieran crecer comprando, o sean el objetivo de la gran industria o de los fondos de capital riesgo.
—Amén —sale a la luz mi pasado de estudiante aplicado en Escolapios.
—Ximo, te dejo que tengo una llamada que estaba esperando. Cuídate mucho, y cuida a los tuyos.
—Igualmente. Nos vemos pronto, cuando seamos libres.
Y también así me despido de vosotros. Cuidaos, hablemos ahora y veámonos cuando “seamos libres”.
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